Antes de comenzar tu retiro, toma una breve pausa. Respira profundamente tres veces. Sé consciente de la presencia amorosa de Dios, quien te acompaña en esta jornada de crecimiento y descubrimiento.
1 Corintios 6:19-20
¿No saben que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? De modo que no se pertenecen a sí mismo, sino que han sido comprados a un gran precio, por tanto glorifiquen a Dios con sus cuerpos.
San Pablo utiliza la metáfora del templo para recordar a la gente de Corinto que sus cuerpos son sagrados. Para los judíos de aquel entonces, el Templo de Jerusalén era el lugar más sagrado de la tierra. La imagen del templo era algo con lo que se podían sentir identificados. También nosotros somos templos del Espíritu Santo. Esta es una realidad que a menudo olvidamos en nuestros quehaceres diarios. Pero cuando de verdad lo empezamos a creer, nuestro pensamiento y nuestro modo de actuar cambian y nuestra vida se transforma. Al tratar a nuestro cuerpo y los cuerpos de los demás con la dignidad que se merecen, los estamos usando para, literalmente, dar gloria a Dios.
¿Cómo hace que cambie la forma en que trato a mi cuerpo el saber que soy un templo del Espíritu Santo?
¿Cómo puedo usar mi cuerpo para dar gloria a Dios?
(Habla con Dios usando tus propias palabras o hazlo con la siguiente oración). Dios amoroso, tu Espíritu nos llena y nos hace sagrados. Te pido que siempre tenga presente el gran don del Espíritu en mi vida. Ayúdame a tratar a los otros y a mí mismo con la reverencia que merecemos como templos que somos del Espíritu Santo.