Antes de comenzar tu retiro, prepárate tomando una pausa para relajarte. Respira lenta y profundamente. Cuando estés relajado, deja que la presencia bondadosa de Dios te llene con cada respiración que tomes.
Lucas 9:29
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura.
Jesús estaba concentrado en la oración hasta tal punto que su apariencia cambió. Algo era tan diferente que sus discípulos lo notaron. Cuando estamos con una persona que ora con regularidad y alimenta su vida espiritual, también lo podemos notar. Seguramente que la diferencia no se encuentre en su rostro o en la ropa que lleva sino en su comportamiento, en su forma de hablar, en las actividades en las que se involucra. Otras veces lo que notamos es una gentileza especial o la compasión verdadera que muestra por los demás. La oración nos transforma. Y la oración también transforma a los que nos rodean.
¿A que persona orante conoces? ¿Qué es lo que notas en él o ella?
¿Cómo te ha transformado la oración?
(Habla con Dios rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras). Padre, dejo mi vida en tus manos. Moldéame, dame forma y lléname de gracia para que sea una persona en servicio a los demás.