Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en tu interior.
Juan 10:30
El Padre y yo somos uno.
Imagina el impacto que causó Jesús al pronunciar esas palabras. Las personas que se habían reunido estaban confundidas, y acusaron a Jesús de haberse igualado con Dios. Sin embargo, en más de una ocasión, Jesús profesa su unidad con el Padre. A lo largo de los evangelios, el poder detrás de las palabras y los hechos de Jesús es la fuerza de su relación con su Padre. Al vivir como discípulos de Jesús y estar abiertos al Espíritu Santo, desarrollamos una relación más profunda con Dios y aprendemos a reconocer lo que Dios puede hacer en y a través de nosotros.
Cuando rezas, ¿cómo te imaginas a Dios?
¿Cómo te ayuda, u obstaculiza, esa imagen tu oración?
(Reza a Dios la siguiente oración o hazlo usando tus propias palabras). Dios Padre, Hijo e Espíritu Santo, tú eres la relación que yo deseo. Ayúdame a conocer en mi propia vida el poder de esa relación para que todo lo que hago te alabe.