Antes de comenzar tu retiro, respira profundamente y sé consciente de la presencia amorosa de Dios.
Marcos 1:29-31
Después salió de la sinagoga y con Santiago y Juan se dirigió a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo comunicaron inmediatamente. El se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Jesús entra por la puerta e inmediatamente le dicen que la mujer está enferma.¬† Simón y Andrés creyeron que Jesús podría ayudar. Su presencia compasiva y su toque sanador la curaron. Ella responde levantándose y luego ofreciendo hospitalidad a Jesús y los otros invitados. La enfermedad separa; la sanación restaura. ¿Quién no se ha sentido alentado por la presencia de un amigo o ser querido durante un tiempo de enfermedad? Una palabra o una mano amiga puede ser suficiente para cambiar nuestra actitud de tristeza a una de esperanza y alegría. Todos estamos llamados a ser sanadores los unos de los otros.
¿Cómo puedo salir al encuentro de alguien que esté enfermo?
¿Cómo podría llegar a ser más consciente de la curación que puedo ofrecer a otros por el simple hecho de estar presente con ellos?
(Habla con Jesús rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras). Jesús, tú enviaste a tus discípulos a enseñar y sanar, demostrando lo cerca que Dios está de quienes sufren. Dáme la gracia de llevar tu presencia sanadora a los necesitados.