Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en tu interior.
Marcos 6:13
Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Jesús envió a sus discípulos a sanar a los enfermos. Nosotros somos también discípulos de Jesús. Parte importante de la vivencia de nuestra fe es sanar el dolor que vemos a nuestro alrededor. No sólo es el dolor físico el que clama para que sea sanado, a veces también lo hacen las cicatrices emocionales, los sentimientos heridos, la pérdida, la tristeza o la decepción. Todos esos dolores están esperando el toque curativo de Jesús que viene a través de nosotros.
Piensa en alguien que necesite sanar. ¿Cómo podrías ayudarlo?
¿Qué necesitas sanar en tu vida? ¿Qué puedes hacer para comenzar con el proceso de sanación?
(Reza usando tus propias palabras o la siguiente oración). Padre de misericordia, enséñame a estar atento y ser consciente de las necesidades de los demás. Recuérdame que tu obra se cumple con amor.