Al comenzar tu retiro, deja de lado todas tus distracciones. Respira profundamente. Abre tu mente y tu corazón a Dios.
Lucas 11:9
Yo les digo: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.”
Orar es algo muy arriesgado. Ponemos todo nuestro ser ante Dios, incluso aquellas partes que preferiríamos esconder. Sabemos que Dios nos ama tal como somos, pero incluso sabiendo esto quizá dudemos en abrirnos totalmente a la gracia de Dios. La enseñanza de Jesús sobre la oración nos recuerda que no hay nada que no podamos ofrecer a Dios. Y no hay nada que pudiera impedir que Dios esté con nosotros. Jesús nos lo dice como se lo dijo a sus discípulos, que cuando pidamos, busquemos y toquemos, Dios nos responderá. No hay riesgo que correr al acercarse a Dios porque ya tenemos la promesa de la presencia cercana de Dios.
¿Qué tan difícil es para mí poner todo mi ser ante Dios en la oración?
¿Qué busco en Dios hoy?
(Habla con Dios usando tus propias palabras o recitando la siguiente oración). Dios amoroso, confiando en que me cuidas, te ofrezco todo mi ser. Ayúdame a crecer en el entendimiento de que nada está fuera de tus límites y que siempre estás ahí para mí.