Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en tu interior.
1 Corintios 6:19-20
¿No saben que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? De modo que no se pertenecen a sí mismos, sino que han sido comprados a un gran precio, por tanto glorifiquen a Dios con sus cuerpos.
San Pablo nos indica que nuestros cuerpos no son nuestra propiedad sino templos del Espíritu Santo. Pertenecen a Dios, quien los compró a un precio elevado. Un templo es sagrado y se usa para el culto a Dios. Como encargado del cuidado del templo que somos, el respeto por nuestros cuerpos es una opción moral al igual que todo lo que se relaciona con nuestro cuerpo, mente y espíritu. La glorificación de Dios en nuestros cuerpos requiere decisiones diarias respecto a la salud, bienestar y sexualidad. El recuerdo de que el Espíritu Santo habita en nosotros ilumina nuestras decisiones y nos fortalece como templos vivos del Espíritu Santo.
¿Cuándo me resulta más difícil recordar que soy templo de Dios?
¿Qué cuidados necesita mi cuerpo como templo del Espíritu Santo?
(Habla con Dios usando tus propias palabras o recitando la siguiente oración). Dios, me creaste para el bien. Concédeme la gracia de siempre recordar que te pertenezco y que el Espíritu Santo habita en mí.