Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Hechos de los Apóstoles 2:38
Arrepiéntanse y háganse bautizar invocando el nombre de Jesucristo, para que se les perdonen los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.
Unirse a la familia de Dios es una decisión engañosamente simple pero sorprendentemente muy compleja. El vertido de las aguas bautismales marca nuestra entrada a la vida del discípulo, la cual se convierte cada vez más exigente a medida que maduramos en la fe. Dejados solos, los seres humanos nunca podrían ser capaces de poner en práctica nuestra llamada bautismal. Pero se nos promete el don del Espíritu Santo como ayudante y defensor, para asistirnos en nuestra vida como seguidores de Jesús. A través del Espíritu nos unimos más como miembros de la familia de Dios.
¿Cómo puedo ser más consciente de que soy miembro¬† de la familia de Dios?
¿De qué necesito arrepentirme?
(Reza a Dios la siguiente oración o hazlo usando tus propias palabras). Dios misericordioso, gracias por llamarme a ser parte de tu familia. Que tu Espíritu Santo esté conmigo mientras aprendo a ser un seguidor fiel de tu Hijo, Jesús.