Antes de comenzar tu retiro, toma una breve pausa para enfocarte en tu interior. Respira lenta y profundamente mientras recuerdas que estás en la presencia amorosa de Dios a lo largo de esta jornada de amor.
Hechos de los Apóstoles 9:33-34
Encontró a un tal Eneas, que llevaba ocho años en cama paralítico. Pedro le dijo: “Eneas, Jesucristo te sana. Levántate y arregla la cama. Al instante se levantó".
Pedro cura en el nombre de Jesús y pide al hombre al que ha sanado que se levante y siga con su vida. Es Jesús quien nos cura. Por su gracia, nosotros, al igual que Pedro, podemos llevar el consuelo y el poder sanador de Jesús a los demás. Nos convertimos en uno con la persona que hemos sanado, siendo a la vez el que trae la curación y el sanado.
¿Cuándo he sentido en mi vida la gracia sanadora de Jesús?
¿A quién me está pidiendo Dios que sane en el nombre de Cristo?
(Habla con Jesús usando tus propias palabras o hazlo con la siguiente oración). Jesús, sanador y maestro, gracias por las maneras en las que tu Espíritu se mueve en mí. Ayúdame a ser tu voz, tus manos y tu tacto para aquellos con los que me encuentro cada día.