Antes de comenzar tu retiro, respira profundamente y sé consciente de la presencia amorosa de Dios.
Lucas 24:30-31
Y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
En un instante todo adquirió sentido. El desánimo y la confusión de hace sólo un poco dieron paso a la emoción y la claridad. ¬°Jesús está vivo! En una conversación como ninguna Jesús les explicó el sentido de las Escrituras. Anhelaban saber más y se les dio más cuando se sentaron a la mesa. Al bendecir y partir el pan reconocieron a Jesús. Conocemos a Jesús de la misma forma en la celebración de la Eucaristía. Nos reunimos como una comunidad para escuchar las Escrituras y recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Tal como los discípulos salieron fortalecidos del encuentro con Jesús, nosotros salimos fortalecidos para poner nuestra fe en acción después de compartir la Palabra y el sacramento.
¿Qué tanto me ha estorbado el desánimo o la confusión a la hora de reconocer a Jesús?
¿Ha marcado mi vida mi participación en la Eucaristía?
(Habla con Jesús usando tus propias palabras o con la siguiente oración). Jesús, tú te nos revelas en la fracción del pan. Haz que mi corazón se consuma con la alegría de tu presencia entre nosotros.