Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Lucas 2:46-47
Luego de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban maravillados ante su inteligencia y sus respuestas.
Jesús fue educado para ser un judío creyente. En su cultura al cumplir los 12 años se llegaba a la mayoría de edad. Con todo, este joven, quien era en muchos aspectos todavía un niño, se sentó junto a algunos de los hombres más sabios de su tiempo, escuchando, haciendo preguntas y siendo escuchado. ¿Cuántos de nosotros nos hemos sentado a los pies de nuestros mayores beneficiándonos de su sabiduría? ¿Cuántos de nosotros hemos sentido una emoción extraña y quedado asombrados al ver que por fin entendíamos? Ese es el regalo del Espíritu Santo, el hacer vivir y respirar la sabiduría de Dios en cada uno de nosotros.
¿Quién es un “mayor“ en mi vida, alguien cuya sabiduría ha sido una bendición para mí?
¿Cuándo fui sorprendido al poder entender algo a la vez en mi cabeza y en mi corazón?
(Reza a Dios usando esta oración o usando tus propias palabras). Dios que amas, te estoy agradecido por todas esas personas que han compartido su sabiduría conmigo. Te ruego que pueda, al igual que el niño Jesús, continuar creciendo en edad, sabiduría y gracia.