Antes de comenzar tu retiro, respira profundamente y sé consciente de la presencia amorosa de Dios.
Isaias 35:5
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán.
Esta promesa que encontramos en el libro del profeta Isaías fue hecha mucho antes del tiempo de Jesús. Habla de un tiempo futuro, un “entonces“. Era un tiempo que muchos esperaban. Cuando Jesús comenzó su ministerio de predicar y sanar, la gente se preguntaba si sería posible que él fuera el Mesías. Jesús hizo ver a los ciegos y oír a los sordos. Para aquellos que tenían ojos para ver, Jesús era un signo de esperanza de que Dios no había olvidado su promesa. Lo que le había sido prometido a sus antepasados estaba siendo cumplido ahora, ante sus propios ojos. Y todavía continúa cumpliéndose ante nuestros ojos. ¿Acaso no lo puedes ver?
¿Cuándo he visto muestras de que la promesa que Dios nos hizo ha sido cumplida?
Reflexiona sobre tu relación con Jesús. ¿Hay alguna cosa para la que eres sordo o ciego y para la que necesitas que Jesús te sane?
(Reza a Jesús, puedes usar esta oración o tus propias palabras). Jesús, sana todo aquello que me impide verte y oírte con más claridad. Ayúdame a que te reconozca en aquellos que me rodean.