Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Mateo 22:37-39
Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Este el el precepto más importante; pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo”.
Si observas a niños jugando puedes ver cómo ponen intricadas reglas a los juegos que se inventan. Se hacen expertos en crear reglas que ponen orden suficiente en el juego para que puedan tener la libertad de divertirse. Dios hace eso mismo por nosotros. En los Mandamientos encontramos las reglas que dejarán que nosotros, los hijos de Dios, tengamos la libertad de vivir en el júbilo del amor de Dios y en comunidad los unos con los otros. No tenemos que adivinar cómo vivir una vida que sea del agrado de Dios.
¿Cómo me liberan las reglas de Dios?
¿Sigo el Segundo Mandamiento que me pide amar al prójimo como a mí mismo?
(Habla con Dios usando tus propias palabras o hazlo con la siguiente oración). Dios que nos amas, gracias por dirigirme en mi vida. Ayúdame a celebrar la libertad que me das para seguir a tu Hijo, Jesús.