Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Lucas 4:8
Le replicó Jesús: “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto”.
Imagínate el tiempo que hay en un solo día como si fuese agua en un gran frasco. Cada día se utiliza este agua para llenar un determinado número de tazas. Cada taza representa algo al cual dedicas tu día. Algunas tazas son grandes y otras chiquitas. ¿Qué tazas llenas primero? ¿Cuáles al final? ¿Qué tazas ya no puedes llenar porque no queda agua en el frasco? ¿Cuánta agua dedicas a Dios? Las palabras de Jesús nos recuerdan que nuestra primera responsabilidad es sólo para con Dios.
¿Cuál es el desorden en mi vida que me distrae de Dios y de reconocer su amor por los demás y por mí?
¿Qué parte del día dedico a Dios?
(Reza a Dios la siguiente oración o hazlo usando tus propias palabras). Dios, ayúdame, en medio de las ocupaciones de cada día, a mantenerte a tí como el punto central de todo lo que digo y hago, y que mi vida refleje tu amor.