Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Efesios 4:4
Uno es el cuerpo, uno el Espíritu, como una es la esperanza a que han sido llamados.
Esta frase de la carta de Pablo a los Efesios, junto con los versos que le siguen, ha terminado ejemplificando la unidad de la Iglesia con el Espíritu Santo. Los sacramentos del Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía nos llevan a esa misma unión. Somos llamados a vivir en esa unión, en relación directa con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ser parte de esa relación es lo que le permite a la Iglesia proclamar la Buena Nueva y dar testimonio del Reino de Dios con credibilidad e integridad.
¿De qué formas concretas me he llegado a sentir una unidad con los demás y con Dios?
¿Cómo me pueden ayudar los sacramentos a crecer en esta área?
(Habla con Dios rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras). Dios, Padre, Hijo y Espíritu, acógeme en la unidad de tu ser. Inspírame para que pueda ser representante de tu acogedora figura en mi familia, trabajo y comunidad.