Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
1 Corintios 11:25-26
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban háganlo en memoria mía. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, proclamamos no sólo la muerte del Señor sino también que creemos que regresará de nuevo. Recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús una y otra vez a lo largo de nuestra vida nos fortalece mientras esperamos gozosamente su regreso. Esta esperanza es fundamental en nuestra vida como discípulos. Vamos a misa con una actitud específica. Vamos a misa conscientes de que necesitamos ser alimentados con el Pan de Vida. Vamos siendo conscientes de que necesitamos ser transformados junto con el pan y el vino. Vamos siendo conscientes de que, con la comunidad¬† que se reúne, somos uno. Cuando recordamos en nombre de quién nos estamos reuniendo para celebrar la Eucaristía, nuestra participación se convierte en una obra viva de culto y alabanza.
¿Qué haré esta semana para prepararme interiormente para celebrar la Eucaristía?
¿Cómo se refleja en mi vida diaria el vivir esperando gozosamente la venida de Cristo?
(Habla con Jesús rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras). Jesús, Pan de Vida, tú nos alimentas con tu propio Cuerpo y Sangre. Te ruego que, mientras espero gozosamente la venida de tu reino, me hagas siempre tener más hambre de ti.