Al comenzar tu retiro, deja de lado todas tus distracciones. Respira profundamente. Abre tu mente y tu corazón a Dios.
Salmos 34:9
Gusten y vean qué bueno es el Señor: ¡Feliz quien se refugia en él!
¿Qué cosas te gusta saborear y disfrutar? Tal vez sea la primera taza de café por la mañana, o un trozo de tu pastel favorito. Puede que sea el último atisbo de color en el cielo después de una hermosa puesta de sol. El salmista nos dice que aprendamos a saborear la bondad de Dios. La manera de decirlo implica que para ello se necesita práctica. Tenemos que buscar la presencia de Dios de forma activa, aprender a reconocerla y, entonces, dejarla estar. Descansar en la presencia de Dios implica buscar refugio allí de todo aquello que nos pueda distraer. Saborear la bondad de Dios requiere enfocarnos sólo en Dios. Felices son aquellos se encuentran allí su refugio.
¿Qué experiencias personales de Dios saboreo y disfruto?
En mi vida ajetreada y activa, ¿Qué necesito aprender para poder saborear¬† y disfrutar la bondad de Dios?
(Habla con Dios usando estas palabras u otras que se te ocurran.) Enséñame a saborear tu bondad, mi Dios. Que tu presencia sea mi refugio.