Dedica unos momentos a relajarte y a encontrar la serenidad interior. Presta atención a tu respiración. Sé consciente de la presencia de Dios en la parte más profunda de tu ser.
Lucas 2:22-24
Y cuando llegó el día de su purificación, de acuerdo con la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentárselo al Señor, como manda la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor; además ofrecieron el sacrificio que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.
María y José seguían la Ley Mosaica cuando llevaron a Jesús al Templo. Posiblemente pasó inadvertido para aquellos que fueron al Templo ese día. Pero dos personas sí que se dieron cuenta, Simeón y Ana, quienes esperaban ansiosos la llegada del Mesías. El punto focal de su espera era el Templo, donde la comunidad se reunía para rezar y aprender las lecciones de la Escrituras. Al igual que Ana y Simeón, cuando esperamos con esperanza y prestamos atención a los que nos rodea, también podremos ver a Dios revelado ante nuestros ojos.
Cuando me uno a mi comunidad de fe para la oración, ¿la rutina y la familiaridad me impiden ver lo que Dios nos está revelando?
¿Quién ha sido como Ana y Simeón en mi camino de fe?
(Habla con Dios rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras.) Dios de la vida, aguardamos con esperanza que tu reino nos sea revelado en su totalidad. Abre nuestros ojos para que reconozcamos a tu Hijo en todos con quienes nos encontremos hoy.