Antes de comenzar tu retiro, toma una breve pausa. Respira profundamente tres veces. Sé consciente de la presencia amorosa de Dios, quien te acompaña en esta jornada de crecimiento y descubrimiento.
Hechos de los Apóstoles 3:6
Pero Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina.”
El sufrimiento es inevitable para los humanos, pero en Jesús tiene un significado nuevo. La persona que mendigaba a las puertas del templo mostró esperanza cuando Pedro y Juan pararon a mirarle. No consiguió lo que quería, pero en el nombre de Jesús se le dio lo que necesitaba. Con el sacramento de la Unción de los Enfermos el consuelo y el poder sanador de Dios llegan a aquellos que están muy enfermos. Mientras que lo que nosotros buscamos es la curación de las enfermedades físicas, los que reciben este sacramento tienen la seguridad de recibir lo que necesitan: el consuelo de Dios y la sanación del espíritu del mal del pecado.
¿De qué formas puedo ofrecer a los demás la presencia sanadora de Jesús?
¿Cómo puedo llevar el consuelo de Dios a aquellos que están enfermos?
(Habla con Jesús rezando la siguiente oración o usando tus propias palabras.) Jesús, gracias por tu amor sanador. Ayúdame a ser instrumento de tu consuelo y presencia sanadora.