Antes de comenzar tu retiro, toma una breve pausa para enfocarte en tu interior. Respira lenta y profundamente mientras recuerdas que estás en la presencia amorosa de Dios a lo largo de esta jornada de amor.
Marcos 15:37-39
Pero Jesús, lanzando un grito, expiró. El velo del santuario se rasgó en dos de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo: “Realmente este hombre era Hijo de Dios.”
En el momento más horrible y humillante de la vida de Jesús, su pasión y muerte, el centurión se da cuenta de que está cara a cara con el Hijo de Dios. La verdadera identidad de Jesús se revela cuando está colgado, sin vida,¬† de la cruz. Quien era conocido como maestro y sanador se convierte ahora en Salvador y Redentor. La muerte de Jesús pone su vida y la nuestra bajo una nueva perspectiva. Su muerte habla de amor; amor de Dios y amor por nosotros. Para sus seguidores, de entonces y de ahora, la muerte de Jesús es una llamada a amar. Es una llamada a creer que el amor es más fuerte que la muerte. Es una llamada para ver más allá de aquello que a nuestro alrededor parece muerto y¬† se siente como muerto. Es una llamada a hacer que el reino del amor de Dios sea una realidad.
¿Qué veo cuando me acerco a la cruz?
¿Qué palabras y acciones ayudarían a que el amor de Dios sea real para quienes me rodean?
(Habla con Jesús usando tus propias palabras o recitando la siguiente oración). Jesús, mi Salvador, tu pasión y muerte me dieron vida. Ayúdame a ofrecerte el sufrimiento que se deriva de mi vida como discípulo tuyo.