Orar es hablar con Dios. Así de sencillo. Cuando se trata de orar personalmente, es muy importante que encontremos una forma que se acomode a nuestra situación. Afortunadamente, el catolicismo ofrece una multitud de formas para hacerlo. Les presento tres de las más comunes.
La Oración del Señor o Padrenuestro es la oración que Jesús enseñó a sus discípulos cuando éstos le pidieron que los enseñara a orar. Las primeras palabras reflejan la manera tan íntima en que Jesús se dirige a Dios: “Padre nuestro”. Al enseñar a sus discípulos a llamarle a Dios de la misma manera, nos invita a que tengamos la misma cercanía con Dios. Dado que compartimos esta cercanía, también decimos: Padrenuestro. La oración continúa reconociendo y aceptando las intenciones de Dios para el mundo y después le pide que responda a nuestras necesidades humanas.
Uno puede orar también por medio de su texto o relato favorito de la Biblia. Una vez que has encontrado este pasaje, pídele a Dios que te ayude a hacer de su mensaje parte de tu vida, y después, lee el texto. Vuélvelo a leer lo más lento que puedas, y déjate atrapar por las frases o palabras que te hablan al corazón. Reflexiona en lo que ha llamado tu atención: la historia, una imagen, o inclusive, alguna palabra. Después, habla con Dios respecto a lo que esta significa para ti.
Las oraciones del rosario son meditaciones imaginativas sobre los misterios de la vida de Jesús y María. Durante muchos años los misterios del rosario se centraron en 15 misterios. Sin embargo, ahora contamos con 20. Recientemente el Papa Juan Pablo II añadió 5 más, los “misterios luminosos”.