Al igual que contamos una y otra vez, año tras año, las mismas historias de nuestras familias, también leemos y releemos la Sagrada Escritura y transmitimos sus historias de generación a generación. En la Sagrada Escritura escuchamos la Palabra viva de Dios que nos habla cada vez de una manera nueva. Los niños en edad de preescolar no son demasiado jóvenes para que les expongamos a las historias de nuestra tradición de fe que contiene la Biblia. A la vez que cultivas el hábito de leerle historias y cuentos a tu hijo piensa en diferentes maneras de leerle también historias tomadas de la Biblia.
Comienza eligiendo una historia bíblica que quieras leer a tu hijo. Las historias de los Evangelios son especialmente apropiadas para compartir con niños en edad de preescolar. Existen muchas Biblias infantiles de calidad, así como libros de cuentos para niños que contienen historias bíblicas adaptadas para ellos. Usa una Biblia infantil o un libro de cuentos bíblicos infantiles para leer y compartir con tu hijo. Cuando leas las historias bíblicas asegúrate de que tu hijo sepa que estas historias provienen de la Biblia, del libro sagrado de Dios. Guarda la Biblia en algún lugar especial de tu casa. Al llevar y usar la Biblia hazlo de tal manera que demuestre el respeto que tienes a la Palabra de Dios. Al leerle la Biblia a tu hijo hazlo con reverencia.
La Sagrada Escritura también es una fuente de oración. Al orar usamos palabras tomadas de la Escritura y también oramos la Escritura misma meditando en sus palabras y pidiendo a Dios que nos ayude a descubrir el mensaje que nos transmite en ese momento. Buscamos vivir la vida fieles a la Palabra de Dios. San Ignacio de Loyola nos enseñó una manera o método de orar usando la Sagrada Escritura. Este método hace uso de la imaginación y se puede adaptar para orar con los niños.
Elije la hora del día que más convenga a tu familia. Un buen momento quizá sea la hora de irse a dormir de tu hijo. Independientemente de cuándo decidas orar, elije un lugar tranquilo y cómodo donde puedas disfrutar leyendo en voz alta a tu hijo las historias de la Biblia.
Cuando hayas terminado de leer la historia dedica unos pocos minutos a hablar sobre ella con tu hijo. Puedes relacionar la historia de la Biblia con alguna de las experiencias que han tenido como familia. También pueden imaginarse que son uno de los personajes de la historia y hablar de ello. Otra forma de reflexionar sobre el pasaje es pidiendo a tu hijo que te cuente la historia con sus propias palabras.
Una vez que hayan conversado acerca de la historia dediquen un momento a rezar juntos. Comienza invitando a tu hijo a que guarde silencio y sea consciente de la presencia de Dios. Le puedes decir, por ejemplo: “Ahora vamos a rezar. Vamos a estar un momento callados y sin movernos. Acuérdate de que Dios te ama siempre”. Desarrollar el hábito de guardar silencio es un don maravilloso que podemos dar a nuestros hijos y también es un don que nos podemos regalar a nosotros mismos. Quizá quieras orar usando tus propias palabras en respuesta a la Palabra de Dios que compartieron al leer la Biblia. Si quieres, también puedes invitar a tu hijo a que ore espontáneamente. La oración puede ser una sencilla oración de agradecimiento a Dios o una oración en la que pidan a Dios que les ayude a vivir el mensaje de la Sagrada Escritura. Para concluir la oración traza la señal de la cruz sobre la frente de tu hijo y bendícelo o ayúdalo a trazar la señal de la cruz sobre su propia frente.
Las familias son cada vez más conscientes de la presencia de Dios en su vida a medida que leen y rezan juntos la Sagrada Escritura. Esperamos que disfrutes de muchas oportunidades para compartir la fe con tu hijo.