Anteriormente trabajaba en una compañía donde las relaciones entre los trabajadores no eran muy positivas. Entonces me vi a mí mismo en una dificultad interna para evitar interacciones y situaciones superficiales, vulgares, o incluso, dañinas.
Aunque ese ambiente de trabajo era algo inusual, concluí que cualquier ambiente de trabajo, en algún momento u otro, presenta una situación que pone a prueba nuestra fe. Dios quiere que seamos parte del mundo:que hablemos, nos divirtamos, bromeemos y compartamos. Pero Dios no quiere que hagamos cosas contrarias a nuestra naturaleza o al bien para el que fuimos creados, es decir, amar y servir.
“La espiritualidad en el lugar de trabajo es una disciplina que tiene como principio sintonizar nuestro ser y nuestro ambiente de trabajo con Dios… buscamos hacer del mundo un mejor lugar, un poco más acerca de la manera en que Dios haría las cosas”, escribe Gregory F. A. Pierce, en su libro Spirituality @ Work [Espiritualidad @ lugar de trabajo].
Me he dado cuenta de que mi felicidad en el trabajo, como en cualquier otra parte, está unida al discernimiento de la voluntad de Dios. Cuando me encuentro en una situación que puede comprometer mi fe, considero mis opciones: quedarme en la gratificación momentánea o actuar conforme a mi fe en Dios. Desde esta perspectiva, podemos infundir espiritualidad a todo trabajo que realicemos —doméstico, de jardinería, o de oficina—. El dejar que la espiritualidad influencie nuestro ambiente de trabajo trae una armonía a nuestra vida de un valor inconmensurable.