Ventanas a lo sagrado

  

¿Alguna vez ha entrado a alguna iglesia en un día resplandeciente y ha tenido la experiencia de estar contemplando un enorme cofre de tesoros? Los vitrales de las iglesias verdaderamente parecen joyas y se crearon teniendo en mente esa idea. Nos recuerdan un pasaje del libro del Apocalipsis en el cual Juan describe su sueño de la Jerusalén celestial. En este sueño, los muros de la ciudad están “adornados de toda clase de piedras preciosas” (Apocalipsis 21:19).

Por supuesto que los vitrales representan historias y además, tienen su propio lenguaje, colores, símbolos que se han transmitido sin cambios notables por más de mil años. No necesito ir a una iglesia para darme cuenta de que el hombre que está vestido de rojo (símbolo de la divinidad), con una aureola (símbolo de la santidad) que está impresa sobre la cruz, es Jesús. Puede que haya otras personas vestidas de rojo y con aureolas, pero la cruz con la aureola siempre se reserva para Jesús. Sin embargo, María, siempre está vestida de azul (símbolo de su humanidad), y a menudo tiene una azucena (símbolo de su pureza) o una rosa (la “reina de las flores”) en el vitral que la presenta.

San Pedro tiene una llave en sus manos, ¿sabe por qué? Ésta simboliza la autoridad que Jesús le concedió sobre la Iglesia. San Pablo sostiene en sus manos un libro que simboliza sus escritos y una espada, simbolizando así su martirio. Judas Iscariote siempre es presentado en el lado opuesto al de Jesús. En cuanto a Moisés, lo podrá identificar por dos detalles: (1) tiene en sus manos las tablas de los Diez Mandamientos, y (2) tiene unos cuernos pequeños en la frente. ¿Por qué unos cuernos? Recuerde lo que narra el libro del Éxodo una vez que Moisés se encuentra con Dios en el monte Sinaí, su rostro queda “radiante”. Posteriormente cuando la Biblia se tradujo del hebreo al latín, la palabra “radiante” se tradujo de manera incorrecta como “con cuernos”.

Los vitrales de nuestras iglesias son un verdadero tesoro. Además de su hermosura, también presentan en sí mismos los misterios de nuestra fe: los grandes relatos de la Biblia y de la historia de la Iglesia. En cierto sentido, las historias representadas en los vitrales son exactamente iguales a las que se presentan en los libros; entre más las observas, más aprendes de ellas