Dichosos los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. — Lucas 6:20
Las Bienaventuranzas, o “Sermón de la Montaña”, están entre las enseñanzas más hermosas de Jesús. ‘Bienaventurados los pobres’ constituye una de esas expresiones que nos llevan a ganarnos la simpatía de los humildes y afligidos.
Pensemos un poco más en las Bienaventuranzas. Imagínese que usted está entre la multitud que se ha reunido para escuchar a Jesús. Probablemente, en lugar de quedar cautivado, quedará confundido.
¿Qué los pobres son bienaventurados? ¿Cómo puede ser? Sin embargo, Jesús ve algo que nosotros no vemos. Ve en la multitud una gran cantidad de personas pobres, enfermas y atribuladas. Cualquiera de nosotros sentiría lástima por estas personas. Sin embargo, Jesús ve una bendición en ellos. Vio lo que había en su interior y les dijo: ‘son bienaventurados ante Dios’.
Eso mismo nos dice a nosotros. Es posible que despreciemos estas palabras cuando estamos llenos de problemas y Dios parece estar muy lejos de nosotros. No obstante, Jesús dice que somos bendecidos. ¿Es esta una muestra de la condición humana? Difícilmente.
Necesitamos entender este desafío, aunque nos cueste asimilarlo. Sin duda, necesitamos verlo de este otra perspectiva, más cercana y profunda, que nos lleve a reconocernos bendecidos por Dios.