Durante el tiempo de Adviento la mayoría de nuestra atención se centrará, acertadamente, en la historia de Jesús, María y José. Pero durante este maravilloso tiempo litúrgico, que empieza el 30 de noviembre este año, hay algunas historias que a menudo pasamos por alto. Esas historias son las historias de los santos.
Para la mayoría de la gente las vidas de los santos son, francamente hablando, aburridas e irrelevantes. Eso no es sorprendente viendo la manera como son representados en las iglesias: como aburridas estatuas de escayola a las que les falta vida, o como dramáticos vitrales que nos presentan a los santos como seres supernaturales. Pero los santos no son ni aburridos ni irrelevantes. Un vistazo a la vida de dos “santos de Adviento” demuestra cómo eran verdaderos seres humanos que vivieron vidas fascinantes.
Mire a san Francisco Xavier, cuya fiesta se celebra el 3 de diciembre. Cuando esté escribiendo sus tarjetas navideñas, podría pensar en todas las cartas que este misionero jesuita envió a sus hermanos jesuitas en el siglo XVI. Estas cartas circularon por toda Europa y emocionaron a sus lectores con maravillosas descripciones de las gentes de África, India y Japón. O el 7 de diciembre, cuando piense que está obligado a hacer tantas compras de Navidad, acuérdese de san Ambrosio, quien también fue forzado a hacer algo que no quería. En el siglo IV, durante una controversia religiosa, Ambrosio se encontraba en una iglesia de Milán, cuando de repente la multitud gritó: “¡Ambrosio, obispo!” ¡Fue aclamado obispo sin ni siquiera estar bautizado!
Otros maravillosos santos de Adviento son san Juan Diego, la Virgen de Guadalupe, santa Lucia, san Juan de la Cruz y san Pedro Canisio.
No olvide mandar sus tarjetas navideñas temprano. Pero tampoco se olvide de las vidas de nuestros asombrosos santos de Adviento.
Tomado de: Mi vida con los santos por James Martin, SJ |