Por lo general, la llegada de la Cuaresma no genera mucha expectativa. De pronto, surgen recuerdos infantiles de tener que renunciar a los dulces o de tener que asistir a sesiones semanales de vía crucis. Palabras como “sacrificio”, “disciplina” y “abnegación” suelen usarse de maneras que hacen pensar que la Cuaresma es algo que soportar antes que un period de gracia y crecimiento espiritual.
¿Alguna vez pensaste en la Cuaresma como una segunda oportunidad que se presenta una vez al año? Todos los años, la Iglesia nos da seis semanas para que echemos un vistazo largo y amoroso a nuestras vidas para comprobar si nuestros valores y prioridades están alineados con lo que Dios desea para nuestra existencia. Dado que la mayoría de nosotros descubrimos que en realidad nos hemos alejado del camino de Dios, la Cuaresma se convierte en una segunda oportunidad para “regresar a Dios con todo el corazón”.
Queremos destacar algunas prácticas y recuerdos cuaresmales que un grupo de nuestros lectores decidió compartir con nosotros. Pese a la variedad de sus experiencias—hay historias pías y tradicionales y también las hay creativas e inusuales—, todas representan intentos de convertir a la Cuaresma en un período significativo de oración, ayuno y caridad tanto para sí mismos como para sus seres queridos y su comunidad. Invita a tu familia a contar sus ideas, esperanzas y deseos para esta Cuaresma, y tomen la decision de apoyarse mutuamente en lo que decidan hacer. Mientras recorres esta segunda oportunidad que se te brinda una vez al año, recuerda que cada paso que das te acerca más a los acogedores brazos de nuestro amoroso Dios.
Del desayuno al asiento del automóvil; de la escritura al dibujo; de renunciar a algo a hacer otra cosa aún más… Deja que la sabiduría y el espíritu de estas historias te inspiren en tu propio recorrido a través de la Cuaresma.
La primera comida del día
Una de mis mejores prácticas cuaresmales se inició cuando mis hijos asistían a primaria y yo, además de mis deberes de madre, tenía un trabajo. Implicaba un gran esfuerzo encontrar el tiempo para sentarnos a comer en familia por las noches, y esto era algo que me perturbaba mucho. Decidí que si no lográbamos mantener la hora de la cena como un momento familiar sagrado debido a nuestros horarios de trabajo y actividades extraescolares, entonces lo sagrado sería el desayuno. Durante la Cuaresma me levantaba todas las mañanas un poco más temprano que de costumbre. De esta manera, no solo le servía el desayuno a mi familia, sino que teníamos tiempo de sentarnos todos juntos, agradecer los alimentos y comenzar cada día positivamente. Este hábito comenzó en la Cuaresma y formó parte de nuestras vidas hasta que mis hijos se fueron a la universidad, muchos años más tarde. Esto me enseñó que los hábitos cuaresmales podían integrarse en la vida familiar y extenderse más allá de la Cuaresma. El impacto de esta costumbre fue muy fuerte, ya que comenzábamos cada día con una oración y una actitud positiva. Y el desayuno se convirtió en uno de nuestros rituales diarios favoritos.
Roberta, IL
Dibujar una plegaria
Todos los días de Cuaresma, dedicaba un momento a dibujar en un cuaderno. Llamaba a ese momento “la hora de Dios”. Mi propósito era convertir cada día de Cuaresma en algo especial al tomarme un tiempo para reflexionar sobre Dios y mi relación con él.
Barbara, OH
Mi frasco de Cuaresma
Siempre hay algo que me gustaría hacer pero para la que no parezco encontrar tiempo, como escribirle una carta a un amigo, visitar a alguien que se siente solo o llamar a un amigo que vive lejos. A comienzos de la Cuaresma, escribo más de cuarenta tareas en sendos papelitos y los meto en un frasco. Cada mañana de Cuaresma saco uno de los papeles y acometo la tarea escrita allí. Esto me enseña que, en mis prácticas cuaresmales, me gustan la sorpresa y la variedad. Por lo general logro cumplir con estas tareas, una al día, lo que al final de la Cuaresma se ve como un gran logro. Para mí, esta es una manera sencilla de concentrarse en la disciplina de ser caritativos o de hacer cosas buenas por los demás.
Mark G., KS
Sintonizar a Dios
En lugar de prender la radio en el automóvil, decidí dedicar ese tiempo a la oración y a escuchar a Dios. Al comienzo fue difícil; el silencio me resultaba ensordecedor. Pero pronto comencé a disfrutar la tranquilidad. Recé por quienes sabía que necesitaban mis oraciones; recé por mi familia y amigos. También agradecí a Dios todas las bendiciones que recibo. Descubrí que con esta práctica me convierto en una persona mucho más calmada y apacible. Este momento de reflexión me centra y me da la estabilidad necesaria para poder dar lo mejor de mí.
Donna, NC
Una nota al día
Todos los días de Cuaresma, a través de la oración, surge el nombre de una persona que, de alguna u otra manera, influyó en mi vida. A continuación me tomo un momento para escribirle una nota manuscrita a esa persona. Llegué a sorprenderme de las personas que aparecieron en mis oraciones: desde mi maestro de tercer año de primaria hasta un primo, pasando por un sacerdote y una alumna de la escuela secundaria que me escribió una nota después de una presentación que di en su escuela. Envío estas notas sin esperar una respuesta, si bien es cierto que recibí varios correos electrónicos y notas donde los destinatarios me decían cuán importante había sido para ellos recibir mis mensajes. La vida es demasiado corta—Jesús es un ejemplo de esto—, pero tenemos la oportunidad de hacerle saber lo que pensamos a esas personas que marcaron nuestra existencia (algunas de las cuales no lo saben hasta que se los decimos). Esta práctica encarna la idea de la Cuaresma: la oración —rezar por una persona específica cada día—, el ayuno —no consumir pensamientos negativos— y la caridad —enviar una nota con afirmaciones positivas es un gran regalo—.
Suzanne, NY
¿Cómo incorporas a tu vida las prácticas cuaresmales de la oración, el ayuno y la caridad?
¿Qué aprendiste sobre tu persona, tu fe y Dios durante tus propias prácticas de Cuaresma?
Ya sea que esta Cuaresma hayamos decidido hacer algo nuevo o continuar nuestra propia tradición, nuestras prácticas cuaresmales nos transforman y nos dejan grabados recuerdos muy significativos. Deja que estas historias te inviten a observar tu vida y a descubrir aquellos momentos de Cuaresma que son especialmente significativos y poderosos para ti.
Regreso a casa
Estuve alejada de la Iglesia durante muchos años. Durante mi infancia, no tuve una formación religiosa especialmente fuerte, por lo que no me fue difícil alejarme de la Iglesia al llegar a la adultez. Mi madre murió cuando yo tenía 31 años, y a raíz de esto me enojé mucho con Dios. Después de más de un año de estar enojada con él, sentí una necesidad muy fuerte de ir a misa. Ignoré esa sensación por un tiempo, hasta que me encontré en la iglesia un Miércoles de Ceniza. Allí, en la quietud que reinaba antes de que comenzara el servicio religioso, sentí un llamado a regresar a casa. Durante toda la Cuaresma de ese año, cada homilía se sintió como si estuviera especialmente dirigida a mí. A través de la muerte y resurrección de su Hijo, Dios me hizo saber que él era lo suficientemente grandioso como para manejar mi enojo y lo suficientemente paciente para esperar a que sanaran mis heridas, y también que nunca dejó de amarme. ¡La Cuaresma es un período muy profundo para mí porque me recuerda mi regreso a casa!
Lori A., WA
Mamá sí que sabía
En aquellos tiempos en los que los niños podían ir caminando solos a la iglesia temprano en la mañana sin correr ningún riesgo, yo solía asistir a la misa de las 6.30 en mi parroquia. Quedaba a unas cuatro o cinco calles de distancia, y cuando estaba en sexton año de primaria solía pasar a buscar a una amiga que vivía del otro lado de la calle para que fuéramos juntas. Una gélida mañana de Cuaresma, fui a buscar a Pat y, como ella no asistiría a misa ese día, regresé a casa. Mi madre, sorprendida, me preguntó qué hacía en casa. “Pat no irá a misa hoy”, le contesté. Nunca olvidaré la expresión en el rostro de mi madre cuando me dijo: “¿Por quién vas a misa tú, por Dios o por Pat?”. Por supuesto, me puse el abrigo y fui a misa. Esa pregunta de mi madre se quedó conmigo para siempre y se convirtió en una lección bien aprendida.
Mary, PA
La belleza de lo sencillo
Estábamos de visita en la universidad de mi hijo y el Viernes Santo fuimos al Centro Newman para la lectura de la Pasión. Era un espacio extremadamente sencillo: apenas había unas velas y una cruz. ¡Era hermoso! Era un lugar muy sagrado.
RAK, MN
Una familia que perdona
Nuestros hijos ya son adultos y tienen sus propias familias, pero en su día, durante el período de Cuaresma, teníamos una práctica familiar seminal a la que llamábamos “viernes de perdón”. Todos los viernes, nos reuníamos después de terminar la cena y de lavar los platos. Mi esposo leía alguna historia de perdón de la Biblia, yo hacía una reflexión breve y entonces poníamos en práctica el “viernes de perdón”. Cada uno le pedía perdón a todos los miembros de la familia, y los demás respondían perdonando. Cada persona perdonaba y pedía perdón. No mencionábamos errores puntuales; sólo se trataba de una petición general de perdón. La experiencia nunca se tornó rutinaria, y en ocasiones hasta brotaba alguna lágrima. Era un momento en el que experimentábamos cómo la sanación y la paz siempre regresaban a casa.
JAH, IA
Un momento sacramental en el desierto
Cuando vivía en Las Vegas, Nevada, solía hacer caminatas por el desierto. Un Miércoles de Ceniza se desató un aguacero. Por la lluvia, las piedras rojas del desierto estaban limpísimas y brillaban con un color vivo. Apareció un arcoíris radiante y el agua se juntó en una pila formada por la erosión en la arenisca. Sin pensarlo, tomé un poco de esa agua y me persigné; era un agua muy santa y sagrada. El agua desapareció en la arenisca y el arcoíris se disolvió en el cielo, pero ambos siguen estando presentes en mi corazón.
Rosemary, NY
El poder de las acciones simbólicas
Mi recuerdo preferido, el que aún resuena fuertemente en mi vida, tuvo lugar cuando estaba en el sexto año de primaria durante la liturgia del Jueves Santo. El solo hecho de observar cómo despojaban al altar de sus ornamentos mientras caía en la cuenta de que Jesús realmente estaba muerto, caló hondo en mí.
Theresa, TX
¿Puedes recorder alguna experiencia cuaresmal vivificante? ¿Qué fue lo que la hizo especial?
¿Qué te gustaría hacer durante esta Cuaresma para convertirla en una época más significativa para ti y tu familia?