Nuestra costumbre familiar de Cuaresma

  

Como madre de dos niñas chiquitas, tal vez mi momento favorito del día llega cuando mí esposo y yo las ponemos en sus camas y oramos juntos como familia. Esto nos permite dedicar un momento cada noche para reflexionar, dar gracias por los mejores momentos de nuestro día, y orar por quienes sufren y están necesitados a nuestro alrededor.

El año pasado durante la Cuaresma, la escuela de nuestra hija de seis años pidió a cada estudiante que donara dinero para los menos afortunados, como un acto de darse a sí mismos. Al entrar mi esposo y yo al cuarto de nuestra hija, la vimos sacando dinero de su alcancía. Cuando le preguntamos por qué, nos explicó que era su proyecto de Cuaresma. Quisimos darle el dinero, pero ella insistió en contribuir del suyo propio. Entonces, nos ofrecimos a igualar la cantidad que ella contribuyera.

Empezó donando unos centavos cada día, pero al ver que mi esposo y yo igualábamos la cantidad, se dio cuenta de que esta aumentaría más rápidamente si ella incrementaba su propia donación. Un día comentó cuánto había en la bolsa y que estaba muy contenta de cuánto estábamos ayudando. Este proyecto se convirtió en algo muyreal en su vida; entonces empezamos a orar por la gente que eventualmente ayudaríamos con el dinero ahorrado.

Esta combinación de oración y ayuda al prójimo se volvió no sólo en un elemento de nuestros propósitos individuales para la Cuaresma, sino también en parte de nuestra rutina familiar; algo que nos podía unir y que podíamos compartir juntos.

Por Janet Rausch